Eres esa llovizna que da calor a mis senos y protege nuestro pecho de la luz...aquel que ama en la quietud, y deshace, de a poquito, las caderas los ombligos los lunares y las manchas. De nacimiento.
Eres aquel amante que permite llorar. Por lo perdido por lo ganado por lo roto lo quebrado lo sucio, por lo que falta por lo que existe debajo de las faldas del abrazo y de las patas que sostienen tu cama hecha de luz y de sombra.
Tú, Otoño, que permites llorar.
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